my own personal soundtrack


postcards from df: there’s distant lights

la vida como un camino que no llega a ningún lado. salgo por la noche a recorrer las calles de la roma. llorona contemporánea que grita en la oscuridad.

las casonas viejas, el 212 de orizaba. la casa amarilla, la otra, donde dejo como estampas las memorias. estás tú y está él. está lo que fue y lo que es. los recuerdos desenterrados. arqueología onírica y un café.

una galería de retratos aparece de pronto: j. con su largo pelo lacio, necio. el cine, las obsesiones, las fijaciones rodeadas de sangre santificada, el adiós abrupto, la amistad perdida, la cicatriz que tengo en el costado derecho: el siamés que fue arrancado de mi .

m. como un gran estanque, como un bache de pena y adicción. ángel desolado, amor fraudulento, acentos de europa oriental, la guerra que nunca acaba en su interior. música de gitanos para alejar la tristeza. su cara de zar en desgracia, una década de la vida que ya no fue.

j.m., suma ideal de las iniciales pasadas. el rockero,  el de aparición repentina… el intermitente que corre cuando ha perdido el control.  el que no quiere querer, pero lo hace a pesar de todo. él y ese perfume suyo de fin de continente. amor trunco, pero vehemente.

las luces son escasas y lejanas. no hay destino y es imposible parar. se abre un baúl: con j. había inocencia, felicidad total. y aquel nombre que ahora vuelve, estaba ahí, presente desde entonces, aguardando, deparando, marcando…

es el combustible para seguir el camino. unas cuantas letras y todo cambia. la vela se ha vuelto a encender. los padres por medio de los hijos. malditos símbolos que todo lo llenan de significado. reencuentro inevitable, peligroso.

*

que se quede todo ahí, en la casa amarilla. los retratos bajo los viniles empolvados, dañándose con la luz que entra por los escenarios bucólicos de los vitrales hasta que se borren los rostros, hasta que no quede rastro de ojos ni recuerdos de miradas, hasta que los labios pierdan forma y no haya memoria de los besos, que las pieles se llenen de ese tono amarillo gastado, enfermo para que se desvanezca al mismo tiempo de mi tacto la sensación de esa piel suya de tierra de fuego.

desde el balcón de la casona, siento la leve brisa en la cara. se cierra el portón y las luces nocturnas invaden mi piel. caminar, correr como si hubiera prisa, como si hubiera un sitio a donde ir, como si hubiera un abrazo esperándome al  llegar. huyo, viajo, corro, no puedo parar… no debo detenerme, es tiempo de dejar todo atrás.

es la edad de oro que viene.

debo dejarla empezar.

[the golden age, beck]


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siento como si me hablaras, como si estuviera espiando en tu cuaderno de apuntes, como si me estuviera hablando una amiga …

Comment by jocelyn tonantzin




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